¡SOBRE•FKN•VIVIMOS!
Llegamos a diciembre. Fin del semestre y último quarter. Se acabó lo que se daba. Este año está terminado.
No me vengan con eso de ‘diciembre, ¡sorpréndeme!’ porque la verdad es que no tenemos los nervios como pa’ sorpresas que no sean que nos pegamos en la loto o que arrestaron a Tommy.
Ya para esta semana los jefes empiezan a joder con que le entreguen los logros del 2022 pa’ cuadrar la evaluación. Uff. Nebel ebel fon.
Claro que el logro mayor de este añito sabrosón es obvio y colectivo:
¡SOBRE•FKN•VIVIMOS!
Pero sé que con eso no le basta a jefa alguna. Así que buscamos el Archivo #13 en el fondo de la gaveta del escritorio, ese folder donde todo va a morir, pa’ ver que coño fue lo que dijimos en enero; que cosas trascendentales y ‘revolucionarias a nivel de industria’ íbamos a lograr y en que ser mítico y omnipotente nos íbamos a transformar.
Porque todos, ¡todos!, en enero decimos que ESTE va a ser el año en que finalmente ‘caminaré sobre las aguas’ y lograremos alguna variación de: me darán el top ranking en la evaluación, me pondré tan flaca que voy a caber en ‘ese’ mahón guarda’o, cambiaré de trabajo, correré sin parar un medio maratón, publicaré un libro, aprenderé a hacer un ‘handstand’, ahorraré para darme ese viaje, repararé la relación con mi madre o comenzaré trámite de divorcio… todos tenemos nuestro propio libreto.
Entonces llega diciembre y no hemos hecho otra cosa mucho más allá de llegar a él. ¡Coño! Eso no es poca cosa.
Si usted piensa que le voy a decir que estamos a tiempo, que todavía hay breic, que podemos alcanzar esas metas y to’ esa vaina, pues no. Bueno, sí. Porque todavía quedan treinta y un foquin días para hacer ‘esa llamada’ o llenar la solicitud. Pero no.
Quizás con un poquito más de autocompasión y aceptación nos iría mejor. Muchas de esas metas personales no nos vienen por deseos de superación, sino por sentimientos de culpa, coraje o por tratar de demostrar(nos) nuestra valía.
No estoy hablando del 15% de mejora en las métricas del departamento porque si usted está metido de cabeza en el ‘rat reis’ corporativo eso no hay quien se lo despinte, sino de esos empeños en transformarnos en algo que no es cónsono con nuestro ser auténtico y que nos hemos convencido que seremos felices cuando lo logremos.
No es lo mismo querer estar en un buen peso por comodidad y salud que querer estar flaca en la quilla pa’ darle al ex por la cabeza y estar jevota pa’ que las amigas te envidien. La primera es una meta autocompasiva, la segunda podría ser por rabia y falta de aceptación. Y así con todo.
No estoy hablando conformarse. ¡No! Uno da la lucha por las cosas que valen la pena.
Nada, que ahora que empiezan los ‘yier in riviú’ es facil sentirse mal porque Spotify le dice que su canción más escuchada este año fue El Apagón del Conejo y no las Cuatro Estaciones de Vivaldi como a usted, siendo la persona culta y refinada que es, le gustaría que hubiese sido. O lo que le aplique, usted me entiende.
Los dejo con mis 2¢: en estos treinta y un días que el quedan al 2022 escoja usted ser quien decide como terminar el año.
¿Los logros del trabajo? Puej. Guarever. It is guat it is y los jefes que breguen con eso.
Diciembre que no no sorprenda un carajo, que seamos nosotros quienes lo sorprendamos a él. Aunque quizás sea mandándolo al epicentro de la puñeta porque aquí quien manda es uno y no nigún puto calendario.
Habiendo dicho eso, ¡feliz diciembre a todos! Es tiempo de ser felices como somos.