Redención maternal
Entonces sale Jennifer Aniston y ‘confiesa’ que se hizo güelemil tratamientos de fertilidad que no dieron resultado y vienen detrás un paquetón de mujeres (que anteriormente habían barrido el piso con ella) a decir ‘….ah… puej… mala mía’.
¡Como si con eso quedara reinvindicada como mujer!
Yo no soy mucho de farándula, pero es que con los comentarios a esa entrevista a mi me sube y me baja. Hay que joderse.
Nadie está obligado a compartir sus luchas. Todas tenemos el derecho a mantener privado lo que nos salga del forro.
¿Qué si estaba haciendose IVF? ¡No es asunto de foquin nadie!
¿Que si lo debió haber hecho público para que se solidarizaran con ella? Váyanse al carajo. Bastante ya tenía con que le llegara la regla una vez más.
Porque miren que juzgaron a Jennifer por no tener hijos. No, no tanto por no tenerlos, sino por dizque y que no -¡gasp!- quererlos.
Cuando ella era la niña bonita, the girl next door, el estereotipo de la flaca gringa que tantas de caderamen caribeño y pelo voluntarioso aspiraban ser, y siendo la actriz mejor pagada en los Yunaitet-teits, le cayó toda la mierda encima porque Brad la ‘dejó’ por Angelina. Pero la mala no fue la Jolie, sino Jen, por el pecado capital de no ‘querer parirle un muchacho’ a Brad.
Claro, que para aquel entonces Brad también era el niño bonito, allá para cuando todavía se lavaba el pelo y no le había salido la cara de borrachón. Por supuesto que era mas fácil sucumbir a la envidia joliwudense putativa y ‘culpar’ a Jennifer que dejar de suspirar por Brad.
Porque ahí es cuando se nos ven las costuras. Donde nos sale del cerebelo espepita’o y sin filtro lo que por miles de años nos han indoctrinado: la cúspide de ser mujer es la maternidad.
Encima de que una mujer (siempre asumimos que el ‘problema’ nunca es el hombre) no logra concebir, se ve obligada a discutir su ‘derrota’ públicamente ante las constantes preguntas indiscretas de familiares y amigos a son de ‘¿y el bebé pa’ cuándo?’.
¡Coño, como si fuera asunto de uno!
Entonces se derraman sobre ella infinidad de penas, ‘ay benditos’, ‘sigue tratando que se te va a dar’ y ‘ora mucho para que Dios te conceda el milagro’, como si ya no tuviese carga emocional suficiente pa’ estar zumbándole más.
Ahhhh… pero si es que ella no QUIERE tener hijos…¡uff! Ahí si que se activa el tribunal inquisidor.
Porque no es lo mismo ante nuestra sociedad machista que alguien rechace la maternidad ‘para dedicarse a cuidar de sus padres’ o cualquier otra pendejá noble, a que una decida no ser madre porque no le interesa la maternidad y punto. La primera es una santa devota y la otra es una puta egoísta.
A la ‘víctima inocente de sus circunstancias’ se le extiende el perdón, pero a la otra, la rebelde desajustada, solo se le dice que se arrepentirá de su decisión cuando se le ‘haga tarde’ o esté vieja y necesite de alguien que la cuide. Como si los hijos fuesen el Seguro Social.
Por mí se pueden ir todos al carajo.
Los dejo con mis 2¢: ya todos deberíamos haber aprendido a cerrar la boca y no estar dando opiniones sobre cosas que no nos atañen y mucho menos sobre lo que pasa en los cuerpos de los otros.
Bastantes personas vemos en las noticias que nunca debieron haber sido madres ni padres como para seguir forzándole a medio mundo la procreación como decreto divino.
Una mujer no está obligada a tener hijos. Por la razón que sea. Aunque esa sea un firme y rotundo ‘porque no me da la gana’.
No hay que pedir explicaciones. No hay porque darlas.
Nada, que a quienes qusieran ser madres y no se les da, un abrazo. A quienes optaron por no serlo pero que se ven obligadas a defender su decisión día tras día, un abrazo también.
Ninguna de las dos está fácil.