La última cuenta no la paga el diablo

Hay pocas frases que me apriete todos los botones y me vuele la tapa’el bloque como ‘la última cuenta la paga el diablo’. Verán es que a mí, en mi carácter personal, me ha tocado pagar par de cuentas que no eran mías por la irresponsabilidad financiera de terceras personas.

Quizás por ser capricorniana, pero yo vine al mundo con el gen ‘ardilla’ que me impulsa a guardar ‘nueces’ en cuanto recoveco encuentre para tener que comer cuando llegue el invierno. Nací así, no lo puedo evitar.

Yo fui esa nena que siempre tenía cinco pesos escondidos pa’ cuando hicieran falta; usualmente para completar una comprita o echarle gasolina al carro cuando mami ‘no tenía cash’. Yo ful la adolescente que siempre tenía menudo en la cartera para hacer una llamada desde un teléfono público y par de pesos por si había que coger una guagua inesperadamente. Yo he sido la adulta que escogió vivir con moderación y por debajo mi capacidad crediticia para poder tener tranquilidad financiera.

Por eso ver el despilfarro de dinero en el gobierno me rejode. Ver como ese dinero ha desaparecido sin llegar a donde se supone que vaya me encabrona. Ver como el gobierno nos embrolla por generaciones para tumbarse el dinero y dejarnos sin obra me emputa porque no, la ‘ultima cuenta no la paga el diablo’, la paga el pueblo.

Ahora quieren dividir la deuda de la AEE entre todos los abonados como si fuera el plan de pago entre todos los hermanos para saldar el préstamo de Island Finance al 33% de interés que cogío la mamá embaucada.

Los bonistas piden $26 mensualmente por abonado y la Junta dice que no, que eso es ‘mucho’, que con $23 basta. ¡Guatdafoc!

$23 x 12 meses x 50 años = $13,800 x 1.5 millones de abonados = $20,700,000,000

O sea…. La junta quiere que los abonados paguemos 20 billones de guachintones por los 9 billones de la embrolla que cogió la AEE. Claro, pa’ que la agencia pueda completar el proceso de quiebra, pasarle la papa caliente a LUMA y entregarle también la generación de electricidad. Ahhhh…. Esto por encima de las pensiones reducidas, el sistema de salud colapsado, el departamento de salud canibalizado y el reinado despiadado de la cleptocracia.

Esa deuda es como el nieto tecato que falsificó la firma pa’ ir a coger un ‘title loan’ contra el carrito de su abuela y ahora la pobre doñita tiene solo dos opciones: o paga el préstamo usurero o se queda a pie. Así nos tienen LUMA, la Juta y Pipo, secuestrados. Si no pagamos, nos cortan la luz. Digo, los que tenemos luz.

La Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, en su Artículo II, dice que “Nadie será encarcelado por deuda.” Umjm. Así que no, no iremos presos por deberle a cada santo una vela, aunque quienes empeñaron nuestro futuro para ganancia personal si deberían ir. Presos de por vida ¿Pero podremos los puertorriqueños vivir en libertad? Y no hablo de sobrevivir como hacemos tantos, sino vivir dignamente y a plenitud.

Pa’mi que no. Seguiremos perdiendo gente en el camino ante la imposibilidad de costear la vida en la isla.

Aunque esa deuda sin auditar sea ilegal, nuestros gobernantes – los electos y los de facto- han decidido que hay que pagarla, que hay que llegar al acuerdo que sea, para cumplir con los bonistas aunque acabemos con uno de los costos energéticos más altos en el planeta y un pueblo hecho cantos.

¡Nombe no! Un foquin peso es demasiado pa’ darle de gratis a estos cabrones que nos embrollaron con premeditación y alevosía para ganar votos pa’l partido y chavitos pa’l bolsillo sabiendo que la cuenta no le iba a llegar a ellos.

Que vayan ellos, los que firmaron la emisión de bonos sin forma de repago y por encima de lo permitido constitucionalmente, a buscar al mismísimo diablo en primera persona a ver si él le paga la cuenta.

Yo rompí con los patrones de codependencia que me mantenían pagando cuentas que no eran mías. Ya como que es hora de que los puertorriqueños colectivamente hagamos igual. Yo no sé ustedes, pero yo no pienso darle ni uno de mis 2¢ a ninguno de estos hijos de la gran iguana. Aunque me tenga que embrollar con placas pa’ divorciarme de la Autoridad. ¡Ni uno!

Pero nada, eso se lo diremos el viernes en vivo y en directo a Pipo cuando el pueblo lo vaya a visitar. Solo le aviso que vamos jaltos, ecabrona'os y puestos pa'l problema.

Previous
Previous

Esas ideas descabelladas

Next
Next

Hay que mudarse