Hay que mudarse
Querido Adulto Mayor que me lee y a quien sus hijos llevan tiempo insistiéndole para que usted deje su casita y se mude cerca de ellos, tengo varias cositas que decirle.
Empiezo por establecer que yo entiendo a la perfección su deseo de permanecer en la casa que con tanto esfuerzo logró tener y que tantas vivencias alberga. Dejar atrás vecinos de toda una vida, el barrio donde conocen a uno desde chiquito o la iglesia en la que se ha congregado por décadas, pues, le rompe el corazón a cualquiera.
Segundo, aceptar que ya la vida independiente, esa donde uno va y viene o se queda según a uno le da la real gana, se va acercando a su término tiene que ser devastador. Presumo que para muchos el transicionader de ser el cuidador de sus hijos a ser cuidado por ellos no solo es un golpe al ego sino que también exacerba conflictos intrafamiliares sin resolver. Súmele a eso la relación con yernos y nueras que no siempre es cálida, uff, un hueso difícil de roer.
Habiendo dicho todo eso, uno no sabe cuando se ‘alinean todos los rotos del queso’ y pasan mil cosas inesperadas a la vez que convierten de un momento a otro una situación complicada pero manejable en una crisis.
Les hago un cuento ilustrativo en su versión ‘cliff notes’. Sírvanse el café o brinquen al final.…
Un pariente (80+) con cuatrocientas condiciones de salud ya establecidas, se siente mal y su esposa (70+) decide llevarlo obligado a sala de emergencia. Después de guelemil horas resulta que entre otras cosas le está dando un infarto en ese momento y lo hospitalizan.
Ya la esposa, que tiene la espalda esbaratá y condiciones asociadas al sueño, está agotada pero no hay quien la releve. Su única hija está en la Florida y no consiguió vuelo hasta el día siguiente. Pues allá voy yo a tratar de ayudar pero no puedo entrar al hospital porque ya lo habían subido a cuarto tres minutos antes de que yo llegara y para entrar al hospital hace falta una prueba de antígenos.
(A emergencia si se puede entrar, pero de acompañante al hospital como tal, no.)
No voy a entrar en que si el requerimiento tiene sentido o no, solo señalo lo obvio, a las 9:00pm no hay donde hacerse una prueba rápida. No hay relevo posible.
De madrugada la enfermera pide un pañal para cambiar al paciente y la esposa, que está semi-congelada y entumecida por estar sentada tanto tiempo, trata de levantarse y se cae. Dislocándose en el proceso severamente el hombro y golpeándose la cabeza contra el borde de la cama resultando en una contusión.
Ahora tenemos a paciente en cuarto, esposa en emergencia, hija esperando a que Frontier deje de atrasar el vuelo a PR, suegra de la hija rumbo a la Florida para cuidar los niños que se quedaron allá, nadie con prueba de antígenos todavía y sin lograr coordinar un acompañante en cuarto porque las agencias que se han llamado no tienen personal.
Fast Forward a 24 horas después, todo el mundo está relativamente ‘bien’. Pero mi punto es que todo esto fue la crónica de un crivolú anunciado. Lo hemos hablado en familia mil veces.
La hija lleva años pidiéndole a sus padres, que están para todos los efectos solos en la isla, que se muden con ella o cerca de ella. Ellos que no y que no. Y los entiendo, se los juro, pero es que llega el punto que hay que tomar decisiones difíciles.
Ahora hay que ver la prognosis del paciente inicial y si se puede trasladar o no en el futuro cercano.
Hoy tengo repartición en doble tanda, para esos adultos mayores-senior solos en la isla pero que tienen la gran bendición de contar con gente que está pendiente de ustedes aunque sea en la distancia, mis 2¢: el Puerto Rico en el que vivimos hoy no es ni gentil ni amable con los viejos. No existe la infraestructura ni los servicios necesarios para sostener la vida independiente o semi-dependiente.
Yo tengo esperanzas de que eso cambie, pero no será pronto. Hágale caso a sus muchachos y váyase junto o cerca de ellos de una buena vez.
Mis 2¢ para los hijos: un abrazo solidario. No está facil vivir con el corazón en vilo esperando a que un día les pase algo como esto.