La cuerpa de Madonna
Creo que uno tiene que trabajar activamente para ser no solo una mejor persona cada día, sino para ser más feliz cada en el cuerpo que uno habita.
Sírvanse el café, voy pa’ largo. Hoy tampoco mando a nadie al carajo así que brinque el post si está en busca del hit de cortisol.
En mis muchos ires y venires entre lecturas, tertulias y talleres, he identificado dos hábitos que necesito reemplazar para poder avanzar en rumbo a la felicidad: el chisme y el juicio.
Eso no es poca cosa. Está bien cabrón.
Fallo todos los días, pero lo seguiré intentando. Quizás lo logre antes de morirme, sino puej… seguiré en la próxima.
No me mal interpreten, no aspiro a vivir como monja tibetana en meditación mantralizada continua allá en el carajo en el tope de una montaña del Himalaya. Naaaa, deja eso. Me gusta demasiado el vino y la playa.
Yo lo que quiero es verdadera conexión con las personas a mi alrededor.
(Preferiblemente bajo el sol, copa en mano y con picadera cerca.)
Quiero tener conversaciones enriquecedoras y edificantes que no estén exclusivamente basadas en despellejar la vida de terceros. Mucho menos quiero interacciones centradas en juzgar los cuerpos de otras personas.
Bastante taller ya tengo tratando de apaciguar la voz interna que constantemente me critica al propio como pa’ darle más pauta permitiéndole criticar al ajeno. A ese lobo no se alimenta…
Aparte de achaques y situaciones de cuidado físico, solo me apunto para hablar de las cuerpas de mis mingas si elllas ponen el tema de dieta, ejercicio, procedimientos estéticos y toda esa vaina.
Y sí, escribo cuerpa, con ‘A’, porque me suena más referente al lugar donde una habita conciente-presente que al saco de tejido y hueso que nos lleva de un sitio a otro pero con el que tantas veces tenemos una relación abusiva y de odio.
Si todavía no saben de lo que quiero hablar, pues ahora se los digo: los comentarios sobre el cuerpo/rostro de Madonna.
¿Que si tengo opinión? Pues claro que la tengo. Pero es irrelevante, así que me la reservo. Solo le deseo que ella esté complacida con su look.
Ahora invito a todos quienes la han acribillado a que piensen como cambiarían sus críticas si ella se presentase ante el mundo con canas, arrugas y pellejos guindando.
Pa’ mí que la pelarían igual.
No estamos acostumbrados a ver mujeres envejecer ante el ojo público. Nos resistimos a permitirnos y permitirles mostrar señales de edad.
Es una obsesión inexplicable, una compulsión, con perseguir la belleza (inalcanzable por ser filtrada y photochopeada) normativa/cultural y la juventud eterna.
Pa’ eso sí que yo no me apunto.
Yo me dejé las canas. Parece tonto pero levanta ronchas con cojones. ‘Ayyyy tú estás demasiado joven como pa’ dejarte ese pelo tan blanco’…
Ok, mentí, sí voy a mandar gente al carajo.
Me corto el pelo (yo misma) con la maquinita. La gente se espanta porque no patrocino el biuti, como si pasar cuatro horas semanal o mensualmente emplegotándose mejunjes en el pelo y cuerpo fuese verdadero ‘self care’.
También la gente me ofrece opiniones de que con el pelo más largo me vería mucho más ‘bonita y femenina’. Si tienen el pasivo-agrsivo en jai rematan con un ‘¿y a tu marido le gusta?’ o ‘yo quisiera tener el pelo así de corto pero mi esposo no me deja’.
Que se vayan al carajo.
Hasta ahora no me he puesto botox, rellenos ni me he hecho cirugías estéticas. Ni faciales me hago con regularidad. Pero no sé si cambiaré de opinión en algún momento. Por eso no critico a quienes lo hacen.
A mí me hubiese encantado que Madonna envejeciera al natural, porque eso se alinearía mejor con las decisiones estéticas que yo he tomado para mí misma. Pero si ella está verdaderamente contenta con su cara modificada agresivamente, también ha logrado algo a lo que yo aspiro: ser más feliz cada día en mi cuerpa.
Seamos felices como se pueda. Nunca olviden que la gente feliz jode menos.