Aprovechando la belleza
No soporto los certámenes de belleza. Es que no puedo. Pero me he propuesto analizar todos mis prejuicios, digo, porque si una va a detestar algo, se debe meditar en el porqué.
Sírvanse el café si quieren leer, que hoy es sábado de cogerlo largo y sin prisa en lo que me auto analizo. ‘Fil fri tu esquip’ que lo que viene es un viaje ‘daun memori lein’.
Cuando yo tenía 9 años nos mudamos a Río Hondo junto con amistades de mis padres (compraron todos las casas a la vez). Desde el saque aquello fue medio comuna. Poco faltó para quitar la verja que separaba las casas.
Cada noche de certamen se prendía el televisor en casa de la vecina (ella tenía el más grande) con todo el mundo ya comido, bañado y en pijamas porque la transmisión comenzaba pasado nuestro ‘bedtaim’.
Era una longa. Aquello duraba como cinco horas.
Para aquel tiempo Ana Santisteban era dueña de la franquicia junto a su marido, quien estaba más momificado que ella y eso no era poco decir.
Todas las candidatas desfilaban en vestido de gala, traje de baño y no recuerdo si también con el traje típico pero al menos algunos se veían. Mucho glamour, pedrería y lentejuela.
Creo que lo más que me gustaba eran las ‘intro’ en que las candidatas cruzaban la ciudad anfitriona en tuktuks allá por el Oriente exótico o remaban en lagos junto a cisnes con los Alpes de fondo como si fuera la versión fresita del Amazing Race… ná, que siempre lo de viajar y ver destinos me gustó.
Pero lo que recuerdo claramente eran las libretitas donde los adultos -cuba libre y lápiz afila’o en mano- iban llevando la puntuación que le daban a cada candidata, seleccionando favoritas y contabilizando contra los rankings que otorgaban los jueces.
Aquello era una inspección minuiciosa: que si esa no era lo suficientemente alta, que si las nalgas le brincaban a la otra, que si esta tiene el chicho de la cadera redondo en vez de plano, que si las tetas de la de allá no se le veían duras, que si era muy rodillúa… ¡rodillúa!
Guatdafoc. ¿Nitpicking tu moch meibi?
Lo de rodillúa siempre venía de Mami. Ella todavía dice que una mujer con batata musculosa y rodilla sobresaliente es lo más feo del mundo. Volvemos, guatdafoc.
Mami de nena se crió flaca esquelética y tenía complejo un complejo inexplicable con sus rodillas; uno que me transmitió. Pa’cabar de joder, yo, comparada con ella, toda la vida he sido patiflaca y de batata medio trinca. Me sentía aludida.
También ella se suscribía a que cuando una no es la más bonita una tiene que poner su empeño en ser interesante y sensual. Pero pa’ hablar de eso hace falta muchos capítulos, así que lo dejamos pa’ después.
A mí, ya pa’ cuando tenía doce años, lo que me quedaba clarísimo después de cada concurso de esos era que yo nunca -‘nebel ebel’- iba a desfilar por aquellas pasarelas.
Nou foquin güei.
Si yo quería vestirme de gala y visitar destinos exóticos tendría que ser por otros medios porque ni a jodías yo iba a desfilar con mi cara ‘del montón’, mis piernas flacas y rodillúas y el chicho de la cadera gordito, frente a una multitud.
Entonces en el certamen venían ‘las preguntas’ a las finalistas. Uff. Música de tensión y to’ cuento.
Primero era si se presentaba con intérprete o no. Ya perdía puntos por hacerlo.
Yo, que leía vorazmente en inglés pero sabía que no lo hablaba bien (era pa’ cuando no había cable y no se desarrollaba el oído), también me auto quitaba puntos porque, puej… yo no me iba a parar frente a una cámara de televisión a pronunciar mal palabras. Nunca me he apuntado pa’ papelonear.
Y eso que era la época en que ’la paz mundial’ y ‘conocer al papa’ eran respuestas válidas y esperadas. Nadie esperaba espontaneidad. Tampoco se podía expandir demasiado ni demostrar mucha inteligencia.
‘Ay, esa habló demasiado’ era la crítica común entre los adultos. ‘Esta dijo bobadas pero como es la mas bonita va a ganar de todas formas’.
Y una escuchando todo eso e internalizando mensajes… Si ya eras bonita, no te pases de la raya tratando de lucir brillante también. Si eres inteligente mejor escóndelo. Calladita es como es. ¡Ah! Y si no eres la más bonita, ve resignándote desde ya a que te van a pasar el rolo por encima de tus méritos.
Nada, que creo que ya sé porqué detesto los certámenes: fueron los comentarios sobre los cuerpos de otras los que me ‘hicieron’ sentir menos en el mío.
Los dejo con mis 2¢, esta noche cuando estén viendo a Ashley desfilar -una mujeraza que aparenta ser tan bella como inteligente- cuiden sus palabras si tienen niñas/niños/niñes a su alrededor.
Los pequeños aprenden de todo lo que ocurre a su alrededor. Nuestras opiniones espepitadas casualmente y sin filtro se convierten en ‘teaching moments’ mucho más importantes durante la crianza que cualquier regaño o consejo.
Las palabras importan. Usémoslas con propósito.