Año Viejo, Pipo y la Estrella

Había una vez y dos son tres,

Sino era pan, eran ¿galletas?

En este último día, sírvanse el café

Porque les tengo una historieta…

El Viejo caminaba por la calle Fortaleza

Evadiendo los muchos boquetes en las aceras

Sus pies arrastrando, pero siempre con nobleza

Miraba las vitrinas oscuras y casi casi tropieza

Con el alcalde que corría como gallina sin cabeza.

‘Salte’l medio’ dijo el pillo con muchísima rudeza,

‘Voy con prisa, que ya me esperan,

Entre contratos secretos y firme cerrada la puerta,

ansiosos los socios para completar la venta

Primero la del Escambrón y después, de lo que aparezca.

‘Aléjate Viejo sucio, que no hay quien me detenga.

¡Hoy cierro otro negocio que me dará gran riqueza!’

Y si Cultura no se mete, asfalto en San Juan hasta a las aceras,

Sin contrato ni consulta, solo con el pana y a la vaquera.

Siguió el Viejo su rumbo sin demasiada pereza

Si apuraba le daría tiempo pa’ tomarse una cerveza.

Vio una barrita abierta, casi al final de la Fortaleza.

‘Bartender tráigame una, pero que esté bien fresca.

Será la última que en mucho tiempo yo me beba.

El bartender lo miró ‘pues claro, por aquí usted tenga,

Me parece conocido, ¿por San Juan siempre janguea?’

‘Yo voy por todos lados’ dijo el Viejo, ‘mis pasos ya me pesan.

Pero nadie en mí se fija hasta que el final de diciembre llega

Y entre nostálgicos brindis y damas vestidas con lentejuelas

Mi final se aproxima según la medianoche se acerca.

Por la puerta de atrás del negocio entró con sutileza

El gobe con una gorra pa’ que nadie le reconociera.

Frecuentaba esa barra cuando el desvelo le aprieta

Y después de haber arrasa’o con los abastos de Fortaleza.

Era de los pocos sitios en los que todavía le abrían la puerta.

‘Ponme lo de siempre, a ver si encuentro braveza.

Tengo que dar un mensaje de alegría y muchas promesas

Pero sé que son mentiras y las rodillas me flaquean

Pa’ pararme frente al pueblo escondiendo mi vileza.

‘Ya pronto se acaba el año, pero todavía estamos a medias

Pa’cabar el maldito cuatrenio sin que a Cari se lleven presa.

Odio mi trabajo, no imaginé que así de fuerte fuese la brega

Yo creía sería fácil aumentar mi poder y riqueza.’

El viejo lo miró de reojo y dijo con mucha firmeza:

‘Pipo este año has fichurea’o, has bebido hasta’e las canecas

Y te hemos visto bailar con esas caderas tiesas,

pero es a mí a quien le ha caído todo el barrunto de mierda

que tu malgobierno ha tira’o pa’que la gente cargue a cuestas.

‘Hay algo que no deja de dar tumbos en mi cabeza:

Es que son muchos los que me recodarán con tristeza.

No ha sido culpa mía, eso lo sé con certeza.

Pero los responsables se esconden entre la espesa maleza

Para ocultar los trucos que dejan al pueblo en pobreza.

‘Ni un palo en una barra te podrás dar con ligereza

sin que venga alguien y con toda su destreza

Te recrimine en la cara tu creída realeza

Y que también señale tu indolente pereza.

‘Mejor me voy a otro lado a terminar mi cerveza

No quiero pasar mis últimas horas ante semejante bajeza.

Yo saldré de este año maltrecho, pero de pie y con entereza

No como tú que acabaras tu mandato, humillado y en vergüenza.

‘Voy a encontrarme con la más brillante Estrella

Todos los años nos vemos cuando esta noche empieza.

Pasamos unas horas juntos, repasando la tarea

Que para el año entrante me dará en encomienda.’

Y se fue el Viejo a sentarse allá por la Caleta

A contemplar el espectáculo de la Sanjuanera belleza

Mientras saboreaba lo último de su ya tépida cerveza

Y esperaba tranquilo a que llegara la más hermosa Estrella.

Cuando a lo lejos escuchó, subiendo por la Princesa,

Una comparsa que bailando venía contenta.

Entre vejigantes, cabezudos y rumberas, allí estaba Ella,

Resplandeciente en su traje blanco y deslumbrante presencia

Con un turbante colora’o amarrando su azul melena.

¡Por fin llegas! Ven aquí mi amada Estrella,

Ha sido un año muy duro y casi desfallezco en la espera.

Siéntate a mi lado para contarte mis penas,

Para que tú con tu magia, de este viejo las remuevas.

Son muchas injusticias las que a mi corazón aquejan.

Temblores, apagones, Juntas y tormentas

Han jodido mi existencia hasta dejarla casi muerta.

Ni hablar de los estragos que aún quedan de la pandemia.

Si duro nos dio la fortuna, peor del gobierno la gesta.

‘Aquí estoy querido Viejo’ dijo gentil la Estrella,

‘A mi lado ya verás como se deshacen tus penas.

Según te liberas de ellas, restauraré tu pureza

Renacerás en un niño lleno de brío, esperanza y nobleza.

El viejo ya sentía como le regresaban sus fuerzas

Su espalda enderezaba y sus canas tornaban negras

La barba se enralecía hasta dejar su piel toda tersa

Y sus ropas se caían según revertía su apariencia.

Su voz de hombre cambiaba a la de alguien quien recién empieza

mientras todo lo sufrido le contaba con franqueza,

Tomando la mano a la muy atenta Estrella,

Como el dos mil veintidós lo había dejado en pobreza

Mientras otros se habían hecho con todas sus riquezas.

‘Ya tañen las campanadas y la hora se acerca,

Amorosamente le alertó la bella Estrella,

‘Ahora que has vuelta a vivir tu infancia inocente y plena,

Es momento de entregarte tu nueva encomienda:

Ya has aguantado de todo, basta ya de tantas penas.

No permitirás abusos ni tolerarás más tretas

Es hora de renacer y afrentar todo con entereza.

No más falsa humildad, si no gallardas proezas.

Este será el año de dejar atrás la maldita resilencia.

En cambio llenaré tu espíritu con tesón y muchas fuerzas

Para que en vez de tanto llorar y lanzar tan solo quejas,

En el veintitrés verás como comienza la limpieza

Y todo lo malo poco a poco la Justicia se lo lleva.

Te advierto no será fácil, es una gran faena

Liberarse de los lastres y dejar atrás las cadenas

Pero los frutos son muchos y abundante la cosecha

Cuando el boricua despierte y recuerde su grandeza.

Ven aquí mi niño hermoso, déjame ver tu belleza

Ya el cambio está completo, revela ya tu nobleza

Son las doce y tú, Año Nuevo, ahora es que comienzas.

Ya mi trabajo está echo ahora es tuya la faena

Es hora de pararte firme e izar orondo tu bandera

Yo te dejo, confiada y orgullosa, y me regreso a ella.

Pero antes de despedirnos, repasemos la tarea:

En el veinte veintitrés ya no nos darán más pelas

Dejaremos la mansedumbre, ahora, ¡solo daremos candela!

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